La psicoterapia es un tratamiento psicológico basado en la relación que se establece entre el psicoterapeuta y la persona que consulta, que tiene el objetivo final de aliviar su sufrimiento, aportar bienestar y mejorar su calidad de vida.
Consta de un periodo exploratorio inicial, de unas tres o cuatro sesiones, en el que se lleva a cabo una valoración del estado psicológico de la persona y, a continuación, se realiza una propuesta terapéutica específica para tratar las dificultades observadas a lo largo del proceso exploratorio. Esta propuesta terapéutica funciona como guía para iniciar el tratamiento, pero siempre está abierta a reformulaciones en función de cómo se vaya desarrollando el proceso psicoterapéutico.
ADULTOS
Generalmente nos planteamos acudir a un psicólogo porque estamos viviendo una situación que nos produce inquietud o malestar, o porque experimentamos internamente un sufrimiento del cual no nos podemos desprender.
Algunas de las situaciones que pueden motivar la búsqueda de ayuda psicológica son:
- Sensaciones de ansiedad o ataques de pánico
- Sentimiento de inseguridad y baja autoestima
- Patrones de conductas o modos de relacionarnos, que no nos benefician, pero que no conseguimos cambiar
- Miedos o fobias
- Problemas de sueño
- Dolencias físicas que no tienen una causa orgánica aparente.
- Pérdidas y duelos
- Vivencias traumáticas, el dolor de las cuales no se puede procesar y se mantiene presente, afectándonos en nuestro día a día.
- Vivencias de desorientación, confusión y extrañeza respecto a uno mismo
- Autolesiones
En la psicoterapia, a través del diálogo, ayudamos a la persona que sufre a conectar, a “encontrarse” consigo misma. Partiendo de lo más básico, sus sensaciones corporales, pasando por sus emociones, pensamientos y creencias enraizadas en la personalidad.
Ese mayor conocimiento sobre uno mismo es la base para poder ir procesando vivencias emocionales que han quedado estancadas y que limitan el desarrollo de la personalidad y generan sufrimiento y malestar. Todo este complejo proceso de conocer y procesar, que involucra el cuerpo, las emociones y el razonamiento, amplía la capacidad de la persona para pensar, abre nuevas perspectivas y posibilidades internas, y permite que puedan ir emergiendo, de dentro hacia fuera, nuevos recursos para gestionar la realidad.
NIÑOS
Los niños también sufren emocionalmente y necesitan ser ayudados para poder sentirse mejor y evolucionar positivamente. De hecho, cuanto antes se ponga en marcha un tratamiento mejor es el pronóstico, porque la dificultad se encuentra menos cronificada e instaurada en la personalidad.
Es por ello que todo lo dicho anteriormente se puede aplicar también al trabajo con niños. Si bien, existen algunas diferencias a tener en cuenta.
La manera en qué demuestran que necesitan ayuda puede ser distinta. A parte de los ejemplos anteriores, se pueden dar situaciones como:
- Problemas en la alimentación
- Dificultades en el control de esfínteres
- Dificultades en los aprendizajes
- Problemas de atención y concentración
- Movimiento incesante, no poder parar quietos
- Ataques de rabia o de llanto
- Baja tolerancia a la frustración
- Tendencia al retraimiento y la inhibición
- Dificultades para relacionarse con el otro, bien sean adultos o iguales
El modo en qué trabajamos con los niños y niñas y el objetivo de la psicoterapia es exactamente el mismo que con los adultos, sólo cambian las herramientas que usamos. A parte del diálogo, el juego y el dibujo son los principales canales de expresión y comunicación.
Otra diferencia es que durante el periodo exploratorio puede que sea necesario administrar algún tipo de prueba psicodiagnóstica para obtener información más específica del área intelectual, emocional o relacional.
ADOLESCENTES
La adolescencia es la etapa de la vida que se encuentra a medio camino entre la infancia y la edad adulta. Es una etapa muy compleja en la que se experimentan cambios muy intensos, en todas las áreas de la vida de la persona: el cuerpo, las relaciones con los iguales y los adultos, las necesidades, los intereses, los miedos, etc.
La parte positiva es que, al tratarse de un momento de tantos cambios, también se abren oportunidades, ya que todos aquellos conflictos emocionales no resueltos en la infancia, reaparecen con más fuerza en esta etapa y pueden ser abordados, permitiendo llegar a la edad adulta con más recursos.
El modo de trabajo psicoterapéutico va a depender de la edad cronológica y el nivel madurativo de cada persona, en algunos casos se usarán los juegos y el dibujo junto con el diálogo y en otros sólo la palabra.
Tanto con los niños como con los adolescentes, el contacto y la colaboración con los padres es indispensable para el buen desarrollo de la psicoterapia.
A menudo, también es necesario establecer contacto con el colegio u otros profesionales implicados. Este trabajo en red ayuda a comprender mejor a la persona a partir de saber cómo se desarrolla en diferentes ámbitos, hecho que repercute positivamente en el tratamiento.
En todos los contactos externos se mantiene la confidencialidad, es decir, lo que aparece en sesión está sujeto al secreto profesional.